"En mi oficina la luz fluorescente baña de celeste unas superficies color flan y la calefacción nos pone a todos un poco rosados. Algunas veces sale de las alfombras un olor a pis seco.
Los muebles muestran un futurismo envejecido, una simplicidad de líneas que ya se ha desvencijado, y un volumen de papeles que amenaza con romper el dique de fórmica de unas décadas atrás. Las únicas ventanas dan a una pared de mo mosaicos negros. El paisaje nos hace olvidar que estamos en un teatro, que formamos parte de un área de gobierno llamada Cultura.
Gustavo: cantaba en Los Arroyeños, un grupo de folclore. Cada fin de semana se va al campo. Su atuendo del más puro corte oficinesco lleva un detalle telúrico que lo corta en dos: un cinto de cuero trenzado crudo. Tiene unos rulitos pegados al cráneo y las venas a flor de piel, sobre todo desde que tuvo una hemorra gia en la nariz.
Ana: vive en el Tigre, y viene en tren. Es una muñeca articulada, con un cuerpito de proporciones pequeñas y equilibradas, el pelo peinado con brushing, y cada detalle del vestuario está calculado y combinado, no del todo a la moda, pero sí impecable; antes de las cuatro de la tarde, cuando cambia de oficina, pasa por el baño y se refuerza la pintura y el perfume, como para empezar de nuevo. No sé si hace media jornada en cada lado o son horas extras; tal vez, a pesar de sus quejas, no quiere volver a su casa temprano.
Alicia: viuda varias veces, vive sola en un departamento en Retiro y se vuelve en taxi a las ocho menos diez. Ay del que la haga demorar en el cierre de la oficina, menuda guerra le espera. Tiene una voz arrabalera de fumadora, y el pelo negro y tirante, las cejas negras, la piel color café, como una bailarina de flamenco.
Carmen: quedó huérfana como a los 50 y desde entonces no se puede recuperar. Vivía con sus padres en un departamento en Belgrano y ahora vive sola. Durante un año no pudo pasar por la calle Córdoba, donde habían sido los velatorios. Además, los aniversarios de esas muertes que ocurrieron hace varios años aún provocan que ella, como nunca, falte al trabajo. Tiene una sobrina que es como una hija y ella disfruta o sufre las cosas que le pasan a la chica."
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Caballo negro (Córdoba)
150 págs. - 20 x 14 cm.
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