Parecía empeñada en encontrarlo todo raro, horrible o gracioso (Alice Munro, El progreso del amor)
"Helaba en Buenos Aires. Luciana metió las manos debajo de cada una de sus piernas y pensó en lo ridículo que le parecía que, en el consultorio de la doctora Coso, hiciera más frío que en la calle. Miró todo a su alrededor y distinguió lo enorme y antiguo que era el departamento de paredes anchas y pisos de roble. Parecía que esos techos altos alojaban la humedad de toda la ciudad.
La doctora Coso anunció el apellido de Luciana y Carmen le pidió por favor que la dejara pasar. Ella no se resistió, ponía poca distancia con su madre, no porque la soportara, sino por la falta de interés y el profundo sueño en el que estaba atrapada desde hacía un tiempo. Luciana sufría de insomnio y se angustiaba fácilmente. También había disminuido mucho su apetito y eso la había hecho adelgazar. Como Carmen conocía de desórdenes alimenticios porque su sobrina había sufrido anorexia, la llevó a lo de la doctora Coso. "Una médica clínica es una buena manera de empezar a ver qué pasa", le dijo a Luciana cuando le anunció el turno dos días antes.
Después de Coso, tuvieron una recorrida por varios consultorios de distintos especialistas. Luciana se hizo todos los estudios imaginables, mientras Carmen le explicaba a cada médico que su hija comía poco, dormía nada y lloraba mucho. Le decía a cualquier persona que había probado con terapias convencionales y alternativas, pero que a su hija no se le pasaba la angustia. Luciana parecía resignada a que Carmen ventilara sus miserias emocionales por todos los centros médicos de Buenos Aires."
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Concreto (CABA)
104 págs. - 20 x 14 cm.
Prensa
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