La historia la escriben los que recuerdan. Todo lo que sucede es magia y lo que no, es fantasía.
“La densidad de la atmósfera de la Tierra, un basural aeróbico comparado con el prístino aire de nuestro mundo, sumada a la polución que su tecnología berreta emana permanentemente, hace que nuestros poderes telepáticos y telekinéticos se vean enormemente reducidos. No podemos operar a distancia como en Feliformia, sino que para utilizar nuestros poderes mentales debemos tener contacto físico con los huéspedes de nuestros deseos y nuestras órdenes. Si en el antiguo Egipto ocupábamos el distante lugar de los dioses del desierto y desde allí ordenábamos los bloques de piedra para las pirámides, ahora nos toca otra posición mucho más penosa: la de la dulce mascota.”
Tenemos las máquinas (CABA)
224 págs. - 21 x 15 cm.
Prensa
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