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IV
El canto del coro está adherido a los pies del sacerdote
baila desesperado
la casa lo va envolviendo
las piernas se le contraen
todas las demás cabezas en la sala están inclinadas
Todas las personas negras se identifican con personas rotas
todas las personas negras se identifican con personas abandonadas
todas las personas negras son criminales
No le hagas caso al tren rápido de Hong Kong a Mong Kok
las dos personas que te sacan de las vías echando chispas
la línea de tranvía que sube y va tragándose las ramas
aire enrarecido entre las montañas chinas y las alas de los aviones
el viaje contra la rotación de la tierra
Ignorá el techo del edificio que te susurra que te acerques al borde
el borde que susurra que te asomes, la calle que saluda con miles
de palmas en los paragolpes, delgados dedos de luz que se cierran
sobre tus costillas para arrastrarte hacia abajo y un suave murmullo
Todas las personas no existen
todas las personas negras se identifican con personas abandonadas
y todas las personas negras no existen
Ignorá las enormes ampollas tensas en tu vientre, atrás en el auto, chillando del dolor
de regreso a los Países Bajos porque estar de viaje, trasladar tu alma, es aceptar
que por un tiempo no existís y, por lo tanto, tampoco existe el dolor
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Traducción de Micaela van Muylem
Paisanita (CABA)
66 págs. - 22 x 14 cm.
