Por primera vez en mucho tiempo, bajó la vista y se miró las manos. Si han tenido esta experiencia, sabrán a qué me refiero (Jesse Ball, Toque de queda)
"¿Por qué fueron al lago?
Quiso que le enseñara a manejar, dijo que siempre había querido aprender, pero una vez en el lago ninguna de las dos tuvo la paciencia necesaria.
¿Qué hace ahora en el jardín?
Abre la puerta de mi coche, se sienta al volante y revuelve un rato la cartera. Yo bajo las piernas de la reposera y espero. Hace demasiado calor. Después Carla se cansa de revolver y se agarra al volante con ambas manos. Está así un momento, mirando hacia el portón, o quizá hacia su casa, mucho más allá del portón.
¿Qué más? ¿Por qué te quedás en silencio?
Es que estoy anclada en este relato, lo veo perfectamente, pero a veces me cuesta avanzar. ¿Será por lo que me inyectan las enfermeras?
No.
Pero voy a morirme en pocas horas, va a pasar eso, ¿no? Es extraño que esté tan tranquila. Porque aunque no me lo digas, yo ya lo sé, y sin embargo es algo imposible de decirse a uno mismo."
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Literatura Random House (CABA)
128 págs. - 23 x 14 cm.
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