"Llama Juan. Se define como recién separado, padre de dos niños, editor, licenciado en filosofía y petiso. Dice que hasta el 9 de junio va a estar muy ocupado y que ahí nos vamos a ver. Que me va a llamar, que lo llame. Guardo las últimas gotas de mi perfume.
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Llueve. Mensaje de texto. Hola, soy Juan, te mando un beso. Beso recibido, contesto.
Llama Juan. Dice que me gugleó y que le gusté. Todavía no lo vi. Prefiero las sorpresas.
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Juan insiste, mejor nos vemos antes. Le digo que quien tiene problemas con el tiempo es él.
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Estoy en el restaurant. Es una parrilla con olor a parrilla muy cerca de mi casa. Me tomaría una cerveza helada, con pizza. Pido una cerveza, y espero mirando la tele. Me siento bien y no tengo ganas de escuchar a nadie. Nunca lo vi, dijo que llevaría una campera de cuero. Alguien se acerca a mi mesa. Un camperón de descarne de los 70, me besa en la mejilla. Debe medir un metro 55. Parece de 60 y tiene una gran panza. Se declara caballero y católico y cada tanto me interrumpe diciendo que no lo dejo explicarse.
Pude deshacerme de Juan.
11 llamadas en el contestador.
5 mensajes de texto.
10 mensajes de voz.
Las sorpresas son sorpresas. Lo malo es malgastar el perfume."
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Paisanita Editora (CABA)
91 págs. - 22 x 13 cm.
