Concebidas
la una por la otra, nos engendramos la una a la
otra en una oscuridad
que recuerdo como inundada de luz.
Quiero llamar a esto vida.
(ADRIENNE RICH, "Orígenes e historia de la conciencia", El sueño de una lengua común)
"Viernes
Hoy me costó despertarme para meditar. Incluso me senté en posición de loto durante veinte minutos, pero después volví a dormir un rato más. Siento que hay algo de mi voluntad que últimamente es menor. En otros momentos de mi vida más exigidos, no había duda: si no meditaba a primera hora de la mañana, el día me llevaba por delante como un tsunami. Ponía el reloj a las seis o seis y cuarto y salía de la cama haciendo movimientos rarísimos para no despertar a mi hija. Vivía como un pequeño triunfo cerrar la puerta del cuarto sin que ella se despertara. En ese departamento tenía un cuarto exclusivo para mí, en el que siempre había un poco de olor a incienso y en el que había colgado sin pudor fotos de maestros y de divinidades hindúes. Me había armado un mini refugio.
Una vez, el novio de un amigo me dijo que todos los neuróticos necesitamos un lugar donde escondernos. Se lo había dicho su psicólogo y yo sentí que esa frase ayudaría a justificar mi tendencia al repliegue e, incluso, a la huida. Por ejemplo, cuando tenía veinticuatro años me fui a la India y me quedé un año. Me había recibido de ingeniera hacía unos meses y trabajaba en una empresa constructora. De repente, apareció con claridad la idea de que no podía seguir viviendo así, fue una certeza kinestésica, irracional y sin mucha justificación. La mejor manera que encontré de resolver esa situación fue poner dos océanos de distancia con todo lo que había sido mi vida hasta ese momento: familia, amigos, parejas, hábitos, ideas, mandatos, proyectos y, sobre todo, esa nube de inconsciente colectivo que me llevaba a confundirme y fundirme con los otros. La verdad es que me funcionó muy bien: de ese viaje me quedó la sensación constante de estar un poco por fuera de todo. También me traje el hábito de meditar a diario.
¿Hay algo de escape en la necesidad de sentarse todos los días en silencio, con los ojos cerrados, e inmóvil? ¿Está mal escaparse?"
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Tenemos las máquinas (CABA)
144 págs. - 21 x 15 cm.
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