encontrar ahora profundidad, no tiempo, puesto que no podemos, sino profundidad (George Oppen)
"El tiempo pasaba mientras yo trabajaba de a ratos en mi computadora, le contaba una anécdota de mi estudio jurídico, leía un poema sobre el dolor en el cuerpo de una madre primeriza o iba hasta la máquina expendedora a comprar una gaseosa baja en calorías, ella contestaba mensajes de mis hermanos o sus amigas y me mostraba con orgullo cómo el pelo volvía a crecerle, hacía siempre el mismo chiste comparándose con un personaje de unos dibujos animados extraños que tuvieron éxito en mi infancia, como si su capacidad de buen humor hubiese quedado fijada en aquella época.
Estábamos juntas y hablábamos o nos quedábamos en silencio, pero juntas. Fueron pocas veces. Tres o cuatro, en total, desde que pude quebrar los años de distancia y agresión que nos habían separado. Desde que supe que mi mamá se iba a morir pronto.
Ese día habíamos esperado primero en el subsuelo, hasta que nos avisaron que debíamos subir al tercer piso. Estábamos apretadas en un sillón de una de las salas de espera. Un pasillo largo, sillas y sillones, un vagón de un tren abandonado, un tren que no avanza hacia ninguna parte pero que sin embargo tiene un único destino para todos. La muerte de mi mamá me hizo sentir que todos pasamos por esa experiencia. Hablo de la muerte propia pero, también y sobre todo, de que se nos muera la madre. Porque la madre siempre se nos muere, es una muerte que se inscribe en la propia existencia a la vez que pone fin a la vida de esa mujer que es más allá de su rol materno. Antes lo sabía, pero no me había dado cuenta.
La tierra da un salto, hay una nueva versión de la vida y de los objetos en la que mi mamá ya no está. La tierra se abre y la tierra se cierra. Estamos de pie frente al agujero. Atravesar esa experiencia es llegar a la zona en la que el misterio hace raíz. De pronto sentimos sobre los hombros el osario común de todos los muertos. Los propios. Los ajenos. Nos obliga a mirarlos, a ver lo que tenemos en común.
¿Qué es lo que queda de esas vidas? ¿Qué quedará de la propia?"
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Mansalva (Buenos Aires)
111 págs. - 22 x 14 cm.
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