No se trata de los que han emprendido decidida y resueltamente un camino falso, sino de los errantes, de los que, por estar inseguros o inciertos del camino a emprender, se hallan fluctuantes, dudosos, perplejos, irresolutos y a quienes la prolongación de este estado llega a poner inquietos, temerosos y, finalmente, oprimidos de ánimo y dolidos de corazón, conturbados, contristados. La vida admite la transición por la perplejidad, pero no la persistencia en ella: resolución o suspensión. (Jesús Peláez, En su comentario a la Guía de perplejos)
"¿QUÉ HAGO EN ESTE LUGAR? Desde mi departamento en Santiago no se me ocurrió pensar qué aspecto tendría el Congreso de Filosofía Medieval en el que me encuentro extraviada en Córdoba. Al tomar el avión a Madrid, el proyecto de escribir esta novela se me apareció como una cadena de revelaciones que comenzó en casa de unos amigos que me pidieron que alimentara a su conejo, tedio veraniego que me llevó a descubrir en una estantería del entrepiso la biografía de Maimónides, filósofo cordobés cuya máxima obra, la Guía de los perplejos, encontró Ortuzio (únicamente el tercer tomo) en una feria persa del cerro Achupallas, y que me obsequió en la eventualidad de que un día pudiera servirme. La muerte de Ortuzio y el hallazgo casual de la biografía de Maimónides en casa de estos amigos hizo nacer en mí el deseo de saber quién fue el filósofo, curiosidad que me propuse saciar llevando la biografía al jardín. Estando en la piscina me encontré con que un ratón intentaba desesperadamente salir del agua a la que había caído. Si el asco me impedía ayudarlo, un dudoso sentido humanitario me impedía abandonarlo, y mi primer contacto con la escritura de esta novela que me llevó a Córdoba fue un ratón que se ahogaba.
Al organizador del Congreso de Filosofía Medieval, el encuentro casual con Maimónides, con el ratón y con la frase «sin valor comercial», manuscrita en la portadilla del tomo que me regaló Ortuzio, le pareció una cadena de incoherencias de una escritora chilena que intentaba colarse en las más altas verdades de la filosofía. Ahora que estoy en Córdoba comprendo que intentó decirme que aquí difícilmente encontraré respuesta a las preguntas que no se hizo Maimónides en la Edad Media, período del cual únicamente conozco lo que leí en la escuela. No es que el organizador menosprecie su Congreso, pero le debe parecer una tarea superior sacar de la piscina a quien ignora haber caído adentro."
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Leteo (CABA)
276 págs. - 20 x 14 cm.
Prensa
La Nación: La escritora chilena que se enamoró de un pueblito bonaerense LEER
Eterna Cadencia: "Con esta novela me salí de los mandatos" LEER
Clarín: Las delicias de los viajes sin rumbo prefijado LEER
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