Una mañana, luego de tantas desesperanzas, un deseo irreprimible de vivir nos anunciará que todo se ha acabado, que el sufrimiento no tiene más sentido del que pueda tener la felicidad (Albert Camus)
"Esta es la historia de unos amigos... Pero no es la historia de una amistad; es la historia del mundo pero tampoco lo abarca todo... Es la historia de unos seres en el mundo; un fragmento, un recorte. No es mi historia ni la tuya, lector, pero podría ser la de cualquiera. Sus personajes no son tan diferentes de la mayoría de las personas que conocemos. ¿O sí? Habitan este mundo. Tal vez los hayas conocido o los conozcas algún día. Quizás uno de ellos te esté rozando en este momento, o trate de leer encima de tu hombro, o haya pasado a tu lado indiferente sin que lo hayas notado. Si se está alerta, se los reconoce fácilmente. Llevan una señal en la frente, invisible, claro, a los ojos de muchos, pero ya no a los tuyos. Si llaman tu atención, no los observes, se sentirán incómodos y tratarán de tapar la señal con un mechón de pelo o un giro de la cabeza. No insistas porque rehuirán tu mirada y no tendrás otra oportunidad de hablarles.
¿Quién es original? ¿Quién es único? Nadie, en forma aislada. Es al vincularnos con cada persona cuando establecemos una relación diferente a todas las otras relaciones, de hombres con otros hombres, de mujeres con mujeres y de mujeres con hombres. La ilusión de ser únicos para ese hombre o para esa mujer. Es que en verdad lo somos: somos ésa y no otra; pero también cuántas veces hay cuerpos que reemplazan otros cuerpos, frases que son traídas maquinalmente de idénticas situaciones sin conciencia de hacer daño -idénticas palabras o ternuras que sirven maravillosamente en una y en otra-. Nadie es imprescindible, pocos son irreemplazables, muchos son intercambiables.
Yo, por ejemplo, Juana Eguiza, en este momento no sé si casarme o comprarme un perro. Un perro labrador en casa sería tierno, protector, independiente y manejable; con pocas exigencias porque creo que en las parejas las crisis se desencadenan fundamentalmente cuando los hombres o las mujeres no se bancan más las exigencias. Mi labrador básicamente no va a joderme; será una compañía tierna, cariñosa, atenta. La alternativa -coincidirás conmigo, señor lector- es despareja y casi no admite dudas... Sí, tendré que pensarlo un poco, nada más, o esperar a que se presente un hombre que pueda competir con el labrador. Al final de este libro sabré. Tal vez me ayudes a decidirlo, desde una posición mucho más objetiva. ¿Todos los candidatos son iguales?
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Tusquets (Barcelona)
288 págs. - 19 x 13 cm.
Prensa
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