y habrá que resistir
con este andar interminable
con esta locura de la palabra
quien tuviera un pájaro
su canto en la mirada
quien tuviera un ramo de abrazos
para curar el mundo
Roberto Santoro
"Es agosto. Hace semanas que no para de llover. Se prepara la tierra para la primavera que vendrá. Agua que limpia y abre surcos listos para recibir la semilla, la nueva vida, el florecimiento; cae intermitentemente sobre el toldo de lona verde que cubre las ventanas del bar. Eva llega temprano. Aunque se lo proponga, no está en su naturaleza ser impuntual. Le encantaría llegar tarde a todos lados, sería señal de que es creativa. O algo así leyó. Las personas impuntuales son más interesantes, misteriosas, atractivas, creativas. Exactamente todo lo contrario a lo que es: estructurada, perfeccionista, poco atractiva. Miriam le dijo que esa inseguridad es parte de la situación emocional que está atravesando. Miriam es su psicóloga. Miriam es hermosa y, por supuesto, siempre está atrasada los días de terapia.
Entra en el café. Se sienta en una mesa junto a la ventana. No es que quiera escuchar el glup glup de las gotas que, en los maceteros desiertos, caen, salpican y en su recorrido dejan la huella en el vidrio manchado; quiere verlo llegar sin que él se dé cuenta. Quiere contemplarlo desprevenido. Ver cuánto cambió, cuán demacrado está; comprobar si sus maldiciones efectivamente lo dejaron pelado, si está más gordo o piel y huesos. Juega con las pulseras de colores. Se siente agitada. Duerme muy mal últimamente. La presión en el trabajo es cada vez mayor. Quieren ascenderla. Quieren recompensarla. Quieren esclavizarla más. Ya no le importa el dinero o el reconocimiento, solo quiere verlo doblar por la esquina y verlo pelado.
Miriam le aconsejó que se tomara unos días libres, pero quedarse en su casa va a ser peor. La tentación del espejo es magnética."
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El bodegón ediciones (Castelar)
178 págs. - 23 x 14 cm.
