Traducción de Laura Wittner
EL PRIMER DÍA
"‒¡Señora... señora! La enfermera me pidió que le avisara que el coronel falleció tranquilamente mientras dormía a las dos y media de la madrugada...
Arrancada de la seguridad de su penumbra narcótica, la señora Winthorpe se revolvió incómoda entre las palabras "tranquilamente mientras dormía".
‒Mi sentido pésame, señora.
‒Gracias, Upjohn.
Tranquilamente... mientras dormía...
¡Nunca más tener que darle el beso de las buenas noches! Después de cincuenta y tres años de tener que besarlo...
¡Qué bendición que todo hubiera terminado! (Una bendición para él, quería decir, por supuesto). ¡Todo había terminado! Enfermedad. Salud. Hasta que la muerte nos separe.
Upjohn avanzó resuelta sobre la alfombra gruesa, descorrió las pesadas cortinas de brocado rosa y oro y dejó que la luz y el aire fresco invadieran la habitación.
La señora Winthorpe empezó a preguntarse si tal vez, después de todo, debería haberle dicho a la enfermera que la llamara cuando... Una brisa repentina movió los desteñidos tulipanes artificiales que se erguían en un florero sobre el tocador, entre los pesados cepillos con montura de plata y el espejo de mano, las fotografías familiares y los adornos de porcelana; los tulipanes susurraron como hojas secas, llamando de inmediato su atención.
‒No abra la ventana esta mañana, Upjohn ‒dijo rápidamente, mientras se acariciaba el cuello evaluando el reumatismo.
La ventana se cerró tan de golpe, aunque casi tan silenciosamente, como la boca de Upjohn.
‒Y, por favor, dígales al señor Jack y a su esposa y al señor Harry, cuando vaya, que el coronel... que todo terminó ‒añadió la señora Winthorpe mientras Upjohn salía de la habitación."
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La Bestia Equilátera
272 págs. - 20 x 13 cm.
Prensa
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