"Therox es un pueblo como cualquier otro. O peor. Si Dios lo hubiera sembrado en el Lejano Oeste solo habría polvo diluyendo el Sol. Pero Therox no está en el Lejano Oeste y, aunque no es una isla, actúa como isla. Todo queda muy lejos, tan lejos que he llegado a creer que nada en el universo existe. Solo nosotros. Therox debería ser una provincia de Finlandia. Antes, contaba Clara Luz, cuando podía hablar de corrido, la localidad se llamaba Monte de la Víbora, o Monte Alto de la Víbora, porque estaba cundida de serpientes. Padre la refutaba diciendo que no era por eso, sino porque un brazo retorcido del río Piraí trepaba su loma central y la abrazaba hasta estrangularla. Qué sabés vos, se entercaba Clara Luz, vos ni siquiera eras una lombriz dentro de mí.
Al llegar los gringos de la DEA, el pueblo se transformó en Mont. City porque, obvio microbio, es más fácil para ellos omitir esa «t» camba de Therox, que levanta escupitajos aquí y allá. Los gringos, en cambio, dicen algo así como «Zirok» y a mí se me hace como si hablaran de una estrella anciana en extinción o se refirieran a un derivado nuevo de la coca, algo más peligroso que la heroína.
Y de entre los que ya terminaron el bachillerato y se fueron a estudiar a Brasil o Argentina y vuelven de vacaciones con la nariz respingada pero con la buena noticia de que «el extranjero» no es un invento febril o un valle lunar que solo existe en nuestra imaginación, salió un tercer apodo para el pueblo: Culo del Mundo. Pues bien, aquí en Culo del Mundo no nos podemos quejar por falta de nombres. Tenemos nombres obsesivo-compulsivos para todos los gustos."
-----------------------------------------------------------------
El Cuervo (La Paz, Bolivia)
180 págs. - 21 x 13 cm.
Prensa
Página12: “El dolor social boliviano lo provocó el neoliberalismo” LEER
Clarín: Alumna perdida entre monjas y narcos LEER
Latin American Literature Today: Escaparse, desaparecer, escabullirse, irse, abandonar LEER
