"Era una tarde de fines de febrero. Una de esas tardes en que la luz del sol parece apenas cansada de tanto verano tórrido y empieza a calentar un poco más disuelta, anunciando el otoño. Me sentía aburrida y se me ocurrió que la traducción de poesía podría inyectar energía en mi vida. Entré en un bar del microcentro, señorial y europeo, ubicado frente al edificio de la Bolsa y saqué la computadora portátil de mi mochila con carrito. Cuando no tengo nada que hacer, suelo dar vueltas por el microcentro, no sé por qué. En vez de cartera, llevo una mochila con rueditas como esas que usan los niños en las escuelas, es mucho más cómoda. Una mochila que era de mi hijo y que le robé.
Pedí un cortado, que en este café tradicional viene con una inmensa copa de jugo de naranja espumoso, y abrí un documento de Word. Voy a traducir un poema del inglés, me dije. Un poema cualquiera, el que sea. El primero que encuentre en internet, aunque me gustaría que fuera un poco contemporáneo. Un poema que no tenga traducciones. Voy a aportar algo al mundo como traductora de poesía. Recordé que la noche anterior había conocido a un hombre altísimo y de bucles dorados, nacido en California, que me había mencionado a una tal Noelle Kocot. Según él, su poeta preferida. Este hombre, un perfecto extranjero, entraba en el mismo momento que yo a una librería de Palermo para asistir a la presentación de un libro del cantante Francisco Garamona. Y por alguna razón del destino que no podría explicar, nos detuvimos en el mismo escalón y nos miramos fijamente a los ojos, y él me dijo: "Tenés que leer a Noelle Kocot".
Ahora que lo pienso no sé si fue realmente así o si la imagen mental que me quedó de ese momento estaba fuertemente distorsionada por el deseo. El deseo de huir de Argentina y casarme con un extranjero alto y rubio como él. Pero esa es otra historia, y esa tarde en el bar frente a la Bolsa mientras los otros clientes hablaban del precio del "dólar blue", del "contado con liqui" y otros temas relacionados con la especulación económica, yo puse en google "Noelle Kocot" y encontré un poema fantástico llamado "While Writing" que empezaba así:
Someone inside says, "Get busy".
But I've got appointments to keep,
I have an abstemious love of equations calculated quickly
While the tepid day melts into design."
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Eterna Cadencia (CABA)
96 págs. - 22 x 14 cm.
Prensa
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