Carola Gliksberg, una celebridad de los confinamientos, increíblemente rubia, montada en elocuentes anteojos negros de gran baronesa de Barrio Parque, cumple con la definición exacta del encanto. Pasó años como directora independiente de cine y teatro y supo cómo llevar el personaje. Pero es en el espíritu clásico de la palabra donde Carola Gliksberg es encantadora: como una hechicera, hipnótica, su fantasma neurótico merodeando en cada silla del Café Tabac.
Su nombre heterogéneo y aspiracional se volvió un tema de reflexión. Nos preguntamos si es un alias. Y otros se preguntan si no es, de hecho, un hombre. Aunque el modo en que simula hablar el lenguaje de una chica adolescente es bastante encantador y bien intencionado, Carola no es lo que parece. La fascinación que despierta la autora, lo siniestro, quizás se encuentre tanto en su nombre, que se presenta como un enigma a descifrar, como en el mecanismo que pone en marcha. El encanto es una cualidad que confunde, cambia de formas, invistiendo a la cosa con un aura misteriosa. “El poder mágico de imponerse a la vista de los espectadores, para que la apariencia sea totalmente diferente de la realidad”, escribió Sir Walter Scott. Se crea o no en él, el encantamiento está. (Victoria Colmegna y Cecilia Gerson)
*
¿MAMÁ?
A veces les digo mamá a mis niñeras.
Es una manera de que mamá esté todo el tiempo.
Dije eso a los tres años.
Tengo más de treinta y me parece que no cambié demasiado.
Sigo tratando de hacer que las personas estén en el mismo lugar
que al principio, aunque ese lugar ya no exista,
o aunque esa persona ya no esté.
Cuando me enamoré, pensé que era para siempre.
Una de mis marcas es ser fassbinderiana.
Cuando pienso cualquier cosa,
lo hago en estos términos: nunca, todo, siempre.
Termino agotada de tanto esfuerzo.
Es como hacer una clase de spinning
24 horas seguidas todos los días.
Nunca hice gimnasia igual,
pero me imagino que debe ser agotador.
Ese es el punto, creo: mi imaginación.
Si nos dieran a elegir,
¿todos elegiríamos la fantasía sobre la realidad?
Ayer me llamó y me dijo que estaba agradecido siempre conmigo.
Que me daría todo, pero nunca habló de amor.
Sin darse cuenta, anuló todo mi sentido gramatical.
Ahora todo y nada son una misma cosa.
*
Hay una fascinación adolescente por la belleza en los dibujos que acompañan cada relato y, como esa cambiante etapa de la vida, hay amores y odios que duran lo que un relato corto. Nada es a largo plazo, la belleza es efímera. El libro es bilingüe, se compone de relatos, dibujos y juegos, e incluye prólogos y comentarios, sobre la obra y la autora, que son parte de la obra misma.
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Mansalva (Buenos Aires)
80 págs. - 22 x 14 cm.
Prensa
Diario de cultura: Siempre sublimó su dolor y melancolía a través de su arte LEER
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